Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

Un artículo aparecido el lunes pasado en Dia1, nos permite darnos una idea de que en el camino hacia la lucha contra el calentamiento global, estamos más que solos.

En el Perú existe un refrán bastante extendido entre los conductores imprudentes de vehículos: "El golpe avisa", que significa, en esa retórica del conformista de América Latina, que el chofer es incapaz de advertir el peligro hasta que este le explota en la nariz. Desde la primavera de 1988, los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), integrado por expertos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), han sido inversamente proporcionales a las políticas contra la pobreza que establecen los estados subdesarrollados para redistribuir la riqueza.

Mientras que 191 países se comprometían a erradicar la pobreza en el año 2015, como parte de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, el IPCC pronosticó que el compromiso de la ONU no alcanzaría la meta. Básicamente, porque ningún objetivo contempló el efecto negativo que representa el cambio climático sobre los más pobres: destrucción de viviendas en época de huracanes, personas desnutridas que no resisten las heladas, hambre y enfermedad durante las cada vez más extensas épocas de sequía, falta de líquido para el consumo y la agricultura por el deshielo.

El ejemplo más contundente que existe del vínculo letal entre pobreza y cambio climático atravesó el Caribe a 240 km por hora, en 1998. Mitch, un huracán de grado 5, arrasó con Honduras y Nicaragua, países que acababan de entrar al estándar democrático del mundo: elecciones libres, economía abierta. Según la Cepal, el huracán provocó pérdidas por US$8.500 millones en casas y áreas agrícolas. El monto superó el PBI de Honduras y Nicaragua. Hasta la fecha, ninguno logra sobreponerse a la catástrofe que generó millones de desplazados.

Para la economista Elsa Galarza, de la Universidad del Pacífico, el impacto en los países pobres dependerá del desempeño que tenga cada uno en sus políticas de mitigación y adaptación. Para Thomas Schelling, Nobel de Economía 2005, los países desarrollados no enfrentarán ningún peligro. "Los efectos se sentirán en la agricultura, la pesca y la energía indispensables para las naciones no desarrolladas. Países como EE.UU. son inmunes al clima", afirmó. La regla de Darwin parece caer como guillotina sobre los pobres. Así el aviso llegue antes que el golpe.

CIFRAS SUELTASs

41,1% de la población de África vive con un dólar o menos al día, hasta el 2007.

US$ 1% del PBI mundial se necesita para superar los efectos del cambio climático.

Guerra avisada no mata gente. Con el último parrafo queda reclaro cuál será la postura de muchos países respecto a este tema. Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

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